La justicia no se construye únicamente en los tribunales; se construye también en la confianza que la ciudadanía deposita en sus instituciones. Por ello, la elección del próximo Magistrado del Tribunal de Disciplina Judicial del Estado de Tabasco no es un proceso menor. Es, en esencia, una decisión que impactará directamente en la transparencia, integridad y eficacia del Poder Judicial.
¿Qué es el Tribunal de Disciplina Judicial?
El Tribunal de Disciplina Judicial tiene la tarea de vigilar la conducta ética de quienes imparten justicia. Sus resoluciones pueden definir el rumbo de la confianza ciudadana en jueces, magistrados y funcionarios judiciales. Su función no es política ni mediática: es técnica, rigurosa y profundamente ética.
¿Por qué debería interesarte esta elección?
Porque un Poder Judicial que se vigila a sí mismo con imparcialidad es garantía de un Estado de Derecho real. Un sistema judicial que no se regula es vulnerable a la impunidad. Y un Tribunal fuerte, con perfiles capacitados y comprometidos, asegura que la justicia no solo sea pronunciada, sino vivida con rectitud desde dentro.
¿Qué perfil debe tener un Magistrado de Disciplina?
Se requiere mucho más que un título. Se necesita experiencia comprobada, conocimiento técnico del Derecho Judicial, capacidad de liderazgo y, sobre todo, integridad. La persona que ocupe este cargo debe ser ejemplo para el resto de los operadores jurídicos.
Y es ahí donde perfiles como el del Dr. Mario Antonio Balcázar Liévano cobran especial relevancia.
¿Quién es el Dr. Mario Balcázar?
Con más de una década de experiencia judicial, el Dr. Balcázar ha recorrido todos los niveles del Poder Judicial, desde sus inicios como oficial administrativo, hasta su actual función como Consejero del Consejo de la Judicatura del Estado de Tabasco. Doctor en Derecho Judicial, especialista en Derecho Civil y Mercantil, su trayectoria combina formación académica de excelencia con una práctica profesional intachable.
El futuro de la justicia empieza hoy
La elección de un Magistrado no es un acto simbólico. Es una oportunidad para reforzar el compromiso con una justicia ética, transparente y cercana a la ciudadanía. Y esa elección se construye con perfiles sólidos, con visión institucional y una profunda vocación por el servicio público.
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